Hace algo más de dos meses os contábamos cómo en una universidad
australiana tenía lugar el experimento más largo del mundo, que había
sido puesto a punto en 1927 por el físico Thomas Parnell. La idea consistía en demostrar mediante la física que existen líquidos tan viscosos que presentan apariencia sólida.
Con este objetivo, Parnell colocó brea en un embudo de vidrio, para
ejemplificar que el más común de los materiales puede tener propiedades
extraordinarias. Su idea, sin embargo, no quedó ahí. Parnell, después de
calentar la brea y vertirla en el embudo, se dedicó a esperar. Esperar hasta que cayera la primera gota. En eso consiste el experimento más largo del mundo: esperar y observar.
Y es que la lentitud de este ensayo es tal que, desde que fuera
iniciado en Australia en 1927, solo han caído ocho gotas. La primera,
en 1938, y las siguientes en 1947, 1954, 1962, 1970, 1979, 1988 y 2000.
Como os contábamos en el anterior post, la novena gota estaba prevista
que cayera en algún momento de 2013. Dada la velocidad del experimento, nadie ha podido nunca ver la caída de una gota.
El propio Parnell falleció sin ver el resultado de su experimento. Un
experimento un tanto alocado, por otra parte, que fue merecedor del
conocido Ig Nobel en física en el año 2005. El
científico responsable de custodiar el proyecto, tras la muerte de su
inventor, fue el profesor John Mainstone. Su elevada edad (ahora tiene
78 años), hacía pensar que no llegaría a ver la caída de una gota de
brea desde el embudo.
Sin embargo, el mismo experimento, conocido en inglés como the pitch drop experiment, fue copiado en Dublín, en el conocido Trinity College.
Utilizando el mismo sistema, los científicos irlandeses colocaron al
lado de su embudo unas cámaras, igual que hicieron en Australia, para
asegurarse de poder grabar la caída de la gota.
Y por fin, aunque a este lado del planeta, el experimento más largo
del mundo ha concluido. Sin embargo, la observación de cómo la gota ha
caído no ha sucedido en Australia, como todos pensábamos. A pesar de que
la idea nació allí, y de la custodia durante tantos años de Mainstone,
la suerte no ha favorecido su ingenio, y ha volado hasta la capital
irlandesa.
Allí han grabado efectivamente cómo la gota se deslizaba del embudo (podéis ver el vídeo pinchando en este enlace, poniendo punto y final a esta historia tan singular de la ciencia.
El experimento más largo del mundo concluye, pero el estudio sobre este
tipo de materiales continúa. Y es que aunque la investigación parezca
aburrida (y hasta eterna, como en este experimento), siempre nos aporta un punto de vista diferente del mundo. Aunque sea con brea.
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