Se dice que todos hemos mentido alguna vez, aunque muchos se justifican en que son mentiras piadosas, la pregunta es ¿por qué lo hacemos?.
Según el psiquiatra Carlos Bromley, director de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), la mentira se ha vuelto una herramienta para obtener algún beneficio, llamar la atención o un buen recurso para evitar conflictos.
Sin embargo, las mentiras pueden esconder un problema psicológico o conflictos emocionales graves, sobre todo, si se dan con mucha frecuencia.
"Por
ejemplo, las personas que sufren el trastorno psicopático de la
personalidad, los antisociales y los psicópatas; ellos mienten con mucha
facilidad y son muy hábiles para hacer de sus mentiras algo coherente".
Así como se contagia una gripe, para Bromley, mentir puede ser producto de un contagio psicológico de comportamientos en un determinado entorno social.
"Si
estoy en un escenario donde todo el mundo miente, voy a tender a mentir
también; más aún cuando mi personalidad no está bien estructurada o
cuando tengo algunas debilidades en mi moralidad y en los principios de
mis valores", detalló.
Para el psiquiatra, mentir se convierte en un serio problema cuando la persona ya no tiene sentimiento de culpa o responsabilidad; o cuando intenta ocultar lo que es lo evidente.
"Estas
personas dicen estar arrepentidas de sus actos y aseguran que nunca más
lo volverán a hacer, pero lo hacen, porque han aprendido que el
arrepentimiento conmueve. Generalmente la gente que es conmovida por
estas confesiones cambian su punto de vista y es más benéfica con la
sanción que debe dar", agregó.
Carlos Bromley resaltó que este trastorno de la personalidad es tan arraigado
que las personas difícilmente cambian; sin embargo, es posible tratarlo
y ponerlo dentro de un esquema de vida donde la persona necesariamente
tenga que decir la verdad.
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