Registro Akáshicos. Así se le llama a aquellos escritos que en
teoría, están en un solo libro o posiblemente varios, asimilando a una
biblioteca en un lugar bello y gigantesco de manera no física, fuera del
tiempo y del espacio. En estos, estaría escrito absolutamente todo el
conocimiento y las experiencias de nuestra alma, como una súper
computadora de información cósmica: nuestras vidas pasadas, la presente y
las posibilidades futuras (formando parte de la teoría de la
reencarnación), así como el sentido de nuestra existencia; no faltaría
ni una palabra que describa lo que fuimos y lo que somos. Cada
momento, cada prueba, cada sentimiento y pensamiento, todo estaría
manifestado ahí. Estos no hablarían solo de nuestra propia alma, si no,
supuestamente, también poseerían el conocimiento de todo el universo,
desde el inicio de la vida hasta las últimas posibilidades futuras
manifestadas desde el microcosmos y del macrocosmos, pues es una
completa memoria universal.
El adjetivo akáshico proviene de Akaśa, término del antiguo idioma
sánscrito de la India, cuyo significado es “éter”, energía cósmica que
supuestamente conectaría en todo el universo y siendo el increíble
transporte del sonido, de la luz o de la vida total. A estos registros
se les conoce también como Libro del Alma, Libro de los Recuerdos, Libro
del Tiempo y en Egipto se les conoce como las “Tablas de Thoth”, en la
Biblia como “Libro de la vida“, en el Islam como “Tabla Eterna” y los
Mayas les llamaron “Banco Psi”.
En la biblia hay varias citas que parecieran coincidir con la existencia de los registros Akáshicos, de las cuales mencionaremos tres:
Éxodo 32:32
Pero ahora, si es tu voluntad, perdona su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito.
En Salmo 139:16, David hace referencia a que Dios ha escrito todo acerca de él y de su vida, aún siendo imperfecto.
Tus ojos vieron mi embrión,
y en tu libro se escribieron todos
los días que me fueron dados,
cuando no existía ni uno solo de ellos.
Y en Revelaciones 20:12, haciendo alusión al juzgado divino.
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
En el mundo antiguo se consideraba que el nombre de una persona era
el símbolo de su existencia, y de acuerdo a George Frazer (1854-1941),
en su libro de mitología “La rama dorada” o “The Golden Bough”, había un
enlace entre el nombre de la persona y de su existencia, y en tal
libro, misteriosamente, se describe que en el antiguo Egipto no
seleccionar el nombre de una persona de un “registro” era igual que no
aceptar su existencia.
Rudolf Steiner (1861-1925), filósofo austriaco, educador y fundador
de la sociedad Antroposófica, escribió en su libro “Cosmic Memory:
Prehistory of earth and man” o “Memoria Cósmica, prehistoria de la
tierra y el hombre”:
El hombre puede penetrar a los orígenes eternos de las cosas que se desvanecen con en el tiempo. Un hombre amplía su poder de cognición de esta manera si no está limitado a la evidencia externa donde el conocimiento del pasado se encuentra. Entonces él puede ver en eventos lo que no es perceptible a los sentidos, aquella parte que el tiempo no puede destruir. Él penetra de una historia transitada a una historia no transitada. Es un hecho que esta historia está escrita con otras características que nuestra ordinaria historia del hoy no denota. En gnosis y en teosofía es llamada “El registro Akáshico”… Para aquellos no iniciados que no se han convencido aún así mismos de la realidad de un mundo espiritual separado por su propia experiencia, el iniciar parece ser una simple visión, si no es que algo peor. Aquél que haya adquirido la habilidad de percibir en el mundo espiritual llega a saber eventos pasados en su personaje eterno. Ellos no están de pie antes de él como el testimonio muerto de la historia, pero aparecen en la vida llena. En un cierto sentido, lo que ha pasado no ocurre antes de él.
(Texto traducido)
Por otro lado, Edgar Cayce (1877-1945), tenía, según evidenciado por
decenas de biografías y de títulos que hablan del tema, una extraña
habilidad para después de haber cerrado sus ojos, acceder a información
en las áreas que interesadamente se desempeñaba, y que al ser preguntado
por sus fuentes respondía hablando de los registros Akáshicos.
Se habla de que para acceder a el Libro del tiempo podemos hacerlo en
profunda meditación, ya sea con nuestro teórico “Yo Superior” (nuestra
supuesta alma que poseería el conocimiento de todas nuestras vidas
pasada), o mediante un guía espiritual.
Los guías espirituales mencionan que no se puede acceder a los
registros si nuestro campo energético no está equilibrado y si nuestra
mente, emoción, cuerpo y espíritu no se encuentran alineados. Si no
tenemos un motivo sano para entrar a estos, un cuerpo no alterado por
drogas o dañado mentalmente, una mente libre de temores, de traumas
severos, de preocupaciones, de ansiedades o dudas y si en realidad no
nos conocemos a nosotros mismos, a nuestros objetivos y a lo que
anhelamos, el acceso a los registros no nos sera posible. En otras pocas
palabras, no solamente gracias a emociones, las cuáles son momentáneas,
lograríamos adentrarnos a estos. Así mismo, mencionan que una
conciencia elevada es necesaria, así como nuestra intención y apertura
por el amor al conocimiento, al mundo y a nosotros mismos.
Relativamente, en el proceso de acceso al libro del tiempo, iríamos
de un estado ordinario de conciencia humana a un estado divino y
universal de conciencia en el que reconoceríamos nuestra unidad con Dios
a todos los niveles. Los registros nos harían entender la causa de la
existencia, la cual hablaría de que todos somos parte del mismo universo
y de que todos los seres estamos destinados a ser “uno solo” viviendo
en armonía. Se nos haría conocimiento también que somos “dioses
creadores” inventando nuestra propia realidad física y de que todo está
hecho de la substancia de los sueños, es decir, que habría un mundo
debajo de la superficie que se conecta con éste, formando una especie de
holograma pero conectada con todos y con todo, conociendo entonces el
potencial, el propósito y la expresión de nuestra alma, además
trabajando teóricamente la espiritualidad. Posiblemente algo muy
relacionado pero diferente y más profundo que un viaje astral, ya que estaríamos hablando de accesar al conocer del universo, no a otras dimensiones inferiores o superiores.
Se piensa que el ADN y el Libro de la vida van interconectados ya que
el primero poseería los patrones por los que vinimos a aprender, a
evolucionar y a fluir con la vida, siendo este como la “llave del
presente” para entender a los registros. Hacer uso del libro del tiempo
iría con el objetivo de entender el por qué del aquí y del ahora de
nosotros. Se cree que nuestra vida actual es determinada por nuestras
vidas anteriores, por lo que cada cosa que nos suceda ahora se derivó de
una existencia pasada, ya sea por un pensamiento, un sentimiento, un
trauma que no se haya curado en esa vida o una acción. Estaríamos
acercándonos al teórico concepto del Karma, el balance del alma a través
de todas nuestras vidas, y de cómo en opción y a base del conocimiento
obtenido de los registros, entenderlo.
Como la tecnología moderna ha cambiado al mundo, tal acceso a los
registros de esta información haría suceder lo mismo. Lo que explican
las personas que han experimentado el tema, es que la sensación que se
obtendría después de haber leído el también llamado Libro del tiempo, es
muy parecida a cuando logramos superar un problema; casi todos hemos
pasado por una experiencia en la que, no siendo esta nada frecuente y
nada predecible, aprendemos más y nuestro conocimiento nos permite
superar nuestra situación actual, donde nuestra mente se ha, para
nosotros, “iluminado”, cambiando desde ese momento nuestras actitudes y
nuestro punto de vista, siendo ya la relación que tenemos con nosotros y
con las circunstancias que nos han hecho aprender nunca más la
misma. Leer los registros sería una relativa experiencia de obtención de
sabiduría, una oportunidad para obtener información que nos cure y que
nos guíe.
Así mismo, muchas personas que se dicen ser capaces de “navegar” por los registros, obtendrían información de esta para sus proyectos futuros,
como en áreas de escritura, fotografía, pintura, esculturas, poesía y
música. Se explica que las almas son libres de obtener tal información
ya que de esta manera las personas entenderían el significado de la
contribución material en el mundo, conectándose con la “naturaleza de la
vida” para crear abundancia de aspectos muy cercano a lo divino en el
mundo físico.
Bajo el hipotético concepto de la reencarnación y de que todos fuimos
por miles de vidas primero minerales, después animales y ahora seres
humanos para aprender y evolucionar y de que todos los seres vivos
poseen ADN, inclusive las plantas y los animales tendrían un registro
Akáshico. En teoría, si somos capaces de acceder a el libro de la vida
podríamos entender a una especie sin necesidad de cazarle e inclusive
saber qué supuestas propiedades espirituales tiene un mineral.
Solo quien de verdad lo experimente en su vida, sabrá que tan ciertas
son las teorías y experiencias contadas de otras personas sobre los
registros Akáshicos.
Ustedes, ¿qué opinan?
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