El 2 de mayo de 1972 el periódico italiano Domenica del Corriere
sorprendía a sus lectores con el siguiente titular: “Inventan la máquina
que fotografía el pasado”. La noticia decía que un grupo de 12
científicos, encabezados por el padre Pellegrino Alfredo Maria
Ernetti, un monje benedictino, habían inventado una máquina capaz de ver
el pasado.
Este artefacto, cuyo proyecto estuvo financiado por el Vaticano en la
década de 1950, según el padre Ernetti, era capaz de captar
instantáneas y sonidos del pasado, como por ejemplo de la vida de Jesús
de Nazaret.
Según explica el propio padre Ernetti, el cronovisor logró capturar
momentos históricos de la vida de Jesús, como por ejemplo una fotografía
suya dando un discurso o en la cruz, además de haber escuchado sus
últimas palabras antes de morir. Aseguró también haber visto la
destrucción de Sodoma y Gomorra, la batalla de Waterloo, escenas de las
tablas de la Ley con la inscripción original que recogió Moisés y un
discurso de Mussolini, dictador italiano.
Que Ernetti facilitara muy pocas fotografías e información conducían a
dos teorías: o bien era todo un fraude o al Vaticano no le interesaba
difundirlas.
El fundamento teórico del Cronovisor se basa en el principio físico de que la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma. Según Ernetti, las ondas visuales y sonoras son energía, y por lo tanto, están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia. Las ondas sonoras y visuales, una vez emitidas, no desaparecen sino que se diluyen o decodifican, y el Cronovisor precisamente lo que hace es que vuelve a recomponer o codificar de nuevo las mismas imágenes y sonidos a su estado original, mostrándolos sobre una pantalla. En resumidas palabras, este aparato sólo podía recomponer escenas y sonidos del pasado.
Cuando la noticia de la existencia de este artefacto fue pública en
muchos medios de comunicación, el Papa y la cúpula gobernante del
Vaticano dieron órdenes de confiscar el intento de Ernetti y
prohibiéndoles tanto al padre como al equipo de científicos volver a
hablar del aparato. El cronovisor fue clasificado como materia “secretum
omega”, que es el máximo secreto para el Vaticano.
El sacerdote católico francés Francois Brune conoció al padre Ernetti
8 años antes de inventar el Cronovisor, en 1964. Según Brune, Ernetti
no confiaba en el Vaticano, y por eso dejó dos copias de los planos del
artefacto ante un notario de Japón y uno de Suecia. Brune también ha
declarado que el cronovisor no podía coger primeros planos en sus
imágenes, sino planos generales, por lo que las fotos difundidas no
habrían sido auténticas.
Algunos investigadores creen que el Cronovisor está guardado en la
pequeña isla de San Gorgio Maggiore, en Venecia desde que el papa Pío
XII ordenó su secreto. En esta isla Ernetti pasó una gran parte de su
vida. Si el artefacto no está aquí, estaría en el Archivo Secreto del
Vaticano.
¿Tendría además miedo la Iglesia? ¿Y si el Cronovisor rebelaba que
los milagros de Jesucristo en realidad no lo fueron? ¿Qué otras cosas
podría descubrir esta máquina?
Tanto si fuera cierto como si no, éste sigue siendo un artefacto
interesante. Se podrían aclarar todos los hechos del pasado de los que
apenas se sabe nada, constatar que ciertas cosas realmente ocurrieron y
lo que exactamente pasó. O descubrir una verdad que se ha estado
ocultando hasta ahora.
¿Y vosotros qué creéis? ¿Existió el cronovisor o es otro burdo fraude?
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