“¿Por qué no hay Día del Hombre?”. Escuché esta
pregunta varias veces a lo largo de la semana, estando ya a solo un día
del Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz. (y por
cierto, sí hay Día del Hombre, el 19 de noviembre, por iniciativa de
Trinidad y Tobago y seguida por muchos países, aunque no reconocida
oficialmente por la ONU, como sí ocurre con el 8 de marzo).
Voy a esto porque, a ver, no se “celebra” a la mujer simplemente por serlo. Porque son lindas, únicas, inteligentes o lo que fuere. Solo porque existen.
No.
El 8 de marzo de cada año se recuerda y conmemora la lucha infatigable por sus derechos.
Algunos dirán que esa lucha ya terminó, pero mientras haya mujeres que
sigan sufriendo violencia, verbal o física, en casa o fuera de ella, o
sigan siendo consideradas por tantos desubicados como inferiores, como
etiquetas andantes en tantos ámbitos y frentes, o sigan teniendo
desigualdad de oportunidades o siendo vistas como distintas, pues no
existirá ni podrá existir igualdad completa, verdadera.
Así que cuando alguien se pregunte por qué no existe el Día del
Hombre (aunque sí existe, aunque probablemente por otras razones) le recomiendo pensar primero en todo lo que han tenido que luchar (y seguir luchando) las mujeres. Que piensen lo que significa ser una mujer en el Perú, por ejemplo, como escribió Patricia Del Rio.
Ser un poco empáticos (y empáticas, porque también las hay que
cuestionan o no entienden bien de qué va esta fecha) y ponerse en el
lugar del otro, de ellas.
Por eso, el Día Internacional de la Mujer, que en realidad –y hay que hacer énfasis– es el Día Internacional POR LOS DERECHOS de la Mujer Y LA PAZ. Más
que un día de celebración, con bombones, flores y tarjetas a lo San
Valentín, sobre todo es un día de homenaje, de conmemoración. De pensar
en el día en que ellas no necesiten reivindicar lo evidente (pero sí
conmemorar esa lucha, siempre).
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