miércoles, 20 de julio de 2016

Estos son los escalofriantes testimonios que impulsan la próxima marcha #NiUnaMenos este 13 de agosto

En ambos casos, el Poder Judicial parece recomendarle dos cosas a las víctimas: o mejor no denuncias, o mejor es que te maten.
Ser una mujer golpeada o violada, abruma. Saber que existen mujeres que son golpeadas y violadas todos los días, abruma. Es por eso que miles de mujeres se juntaron vía Facebook, en un grupo cerrado, para coordinar la movilización #NiUnaMenos.
En este grupo, centenares de mujeres víctimas de violencia, empezaron a colocar su testimonio de violencia. Este útero solicitó el permiso a cada una de ellas para poder reproducirlos, siempre protegiendo sus identidades.

1. S: Tenía 4 años…

“Yo tenía 4 años cuando el hijo de la empleada doméstica de mis abuelos me metió la mano mientras dormía. Así empezó el infierno. Luego, repetidas veces, me violó pidiéndome que vaya en falda para que todo fuera más fácil. Además me hacía besar a mi prima mientras él miraba. El personaje en cuestión tenía 14 años en ese entonces. Les conté a mis papás y abuelos, quienes prefirieron mantenerlo en silencio, no creerme, es más fácil ver a la niña problema que mirarse en el espejo. La única falda que usé a partir de ese momento fue la del colegio. Me costó 15 años de terapia hablarlo por primera vez y otros 15 entender que no fue mi culpa. Cuando llegué al perdón todo mejoró. Ahora tengo 2 hijas a las que quiero con todo mi alma y gracias a una larga terapia aprendí a quererme y respetarme. Ahora tengo una relación saludable con un hombre que me quiere y respeta. Nunca lo he hecho así de público pero creo que ya es hora de que dejemos ir y vivamos felices y en paz”.

2. C: “el ‘abuelito Carlos’ me tocaba raro”

“Tenía 5 años y mi papá solía llevarnos a mí, mi hermana y mi hermano a visitar a su madre (mi abuela) quien vivía con su pareja ( un ex policía más joven que ella).
Tenía 5 años y un día me acerqué a mi mamá y le dije que no quería ir a ver a la abuela porque el “abuelito Carlos” me “tocaba raro”, tenía 5 años y mi madre dijo que me había confundido… Entonces guardé silencio hasta los 11 años… años donde me quitaron la inocencia, donde sólo me quedaba inmóvil mientras dejaba que todo pasara…
Durante muchos años bloqueé este recuerdo, crecí como una niña depresivas, promiscua, alcohólica, he intentado suicidarme demasiadas veces, crecí con tanto odio hacia mi persona que mi cuerpo está lleno de cicatrices de los cortes y quemaduras que me causo desde que tengo 10 años…
Todo esto lo mantuve oculto, no culpo a mis padres porque asumo que ellos nunca imaginaron que algo así le pasaría a su pequeña…
Cuando decidí confesar esto a la familia por parte de mi padre, no me creyeron. Se apoyaban en el hecho de que, porque me visto de negro, soy así y quiero culpar a un hombre inocente. Actualmente he roto todo contacto con estas personas, lo triste es que quien es mi abuela paterna vive y mantiene en su casa a este hombre. Él nunca pagará por lo que hizo y vive tranquilo mientras yo aquí, vivo el día a día tratando de no seguir odiándome”.

3. V: tenía 5 o 6 años…

Tenía 5 o 6 años cuando mis papás fueron a visitar a unos amigos de la familia, como estaban conversando cosas de adultos me dijeron que me pusiera a jugar con el hijo de sus amigos, él tendría unos 17 años, estábamos jugando y me dijo “subamos a mi cuarto”, yo lo seguí y me dijo que me siente en su cama yo me senté al borde, en eso él se sentó a mi lado y me empezó a decir que era muy bonita y empecé a sentir cómo su mano tocaba mi espalda en eso sentí cómo su mano bajaba y me tocaba el poto, di un salto y me paré, me dijo “qué tienes” y solo me fui corriendo. Llegué a la sala y mis papás me miraron y me dijeron “¿Estás bien?” No sabía qué decirles, en eso pasó un gato por la escalera y solo atine a decirles “es que el gato me asustó”… Nunca dije nada, me arrepiento, porque nunca pude defenderme de niña.. ahora ya puedo gritar y decirle su vida a alguien cuando me ofende, pero por mucho tiempo tuve miedo de los hombres… Enseñemos a nuestras hijas a hablar a no tener vergüenza, porque a cualquiera nos puede pasar”.

4. L: “Me dijo que tenía que dejar mi mochila”…

Estaba en tercer o cuarto grado de primaria; a las 12:45 salía disparada del colegio (Mercedes Indacochea) para ir siempre al Museo de la electricidad, me encantaba ver todo lo que había adentro e interactuar con todo lo que se podía. Un día, como de costumbre, (ese día me había tocado educación física y llevaba una pantaloneta corta color azul y un polo blanco) llegué al Museo y noté antes de entrar que no había gente, cuando quise ingresar me detuvo el vigilante de turno, era alto y con bigotes, me miró de pies a cabeza y me dijo que tenía que dejar mi mochila para poder pasar (nunca me habían dicho eso, pero como estaba ansiosa por entrar le hice caso); una vez dentro empecé a recorrer el Museo y me di cuenta que el vigilante me seguía (cuando su único trabajo era estar en la puerta).
Recuerdo que había una mini central hidroeléctrica y cuando quise accionarla no funcionaba; en eso se me acerca el vigilante y con un tono extraño me dice: “¿Te ayudo?” A lo cual asentí con la cabeza pensando que realmente iba a ayudarme. “Toma la palanca, ahora intenta hacerla girar.” Cuando lo hice, él se puso detrás de mí, y mientras sujetaba mi mano en la manija del ese aparato, se pegó tanto a mí que sentí su pene erecto (dentro de su pantalón) frotándose en mí, me asusté mucho, no sabía qué hacer, esos segundos parecían eternos. A pesar de todo pude liberarme, tuve el valor de empujarlo y encima tuvo el descaro de decirme: “¿Por qué te vas si estamos jugando?”.
Me fui corriendo, tomé mi mochila y me fui.
Nunca le conté a mi mamá, ni mi abuela, ni a nadie por miedo, recién a mis 31 años tuve el valor para hacerlo.
Por favor, enseñémosle a los niños y niñas a que hablen, a que no tengan miedo, que no permitan ser tocados jamás y sobre todo que no se queden callados y tampoco hagan caso a las amenazas de los agresores.
[Lamentablemente de niña no fue la única mala experiencia que tuve, fueron un par más en diferentes ocasiones y situaciones].

5. A: “Había un hombre sentado a mi lado”

“Tenía 16 años, regresaba de inscribirme a mi examen de admisión en la San Marcos. Había tomado un micro desde allí hasta el puente Santa Anita para luego ir a Chaclacayo.
Me quedé dormida, sentada junto a la ventana. Mi mochila encima de mis piernas… En algún momento me desperté y había un hombre sentado a mi lado. Levanté mi mochila y tenía su mano en mi entrepierna. La sacó inmediatamente y yo, yo no hice nada. Estaba muerta de miedo, me sentía atrapada entre la ventana y el pasillo con él en medio. Llegó mi paradero y bajé.
Ayer no pude dormir después de leer sus testimonios, hasta lloré. Hablé con mi esposo del tema, le conté lo que acabo de contarles a ustedes, él no lo creía… Hablamos de nuestras pequeñas gemelas de 3 años y de todo a lo que están expuestas por tan solo ser mujeres. A pesar que él es un buen hombre, creo que nunca había visto las cosas desde esta perspectiva, tan profunda, tan real.
Fue realmente lindo poder conversarlo con él y explicar mis temores y los que tengo en cuanto a mis hijas.
Gracias”.

6. E: “Nunca supe si abusaron de mí de pequeña”

“Hola, me llamo E, tengo 19 años. Me acabo de independizar, estoy en la Escuela para Bomberos Voluntarios y trabajo en una empresa de Seguridad. Sí, lo digo porque toda la vida mi madre me dijo que no podía hacerlo. No, que no podía irme de casa sin salir casada y con marido. Me dijo que no podía ser Bombero porque eso “es trabajo de hombres”. Me dijo que nunca voy a lograr nada porque es mejor quedarse en casa y atender al marido. Me dijo que soy una estúpida, una idiota, que no sirvo para nada y que probablemente moriré sola. Me repitió cada día, que fui su error, que nunca lograría nada con salir a las calles a hacer notar mi voz, me hundió, sí, me hundió en la depresión. Y aquí estoy yo, trabajando para salir adelante, aquí, con mi novio apoyándome en todo y diciéndome “VAMOS, SÍ PUEDES”. Aquí estoy yo, tratando de hacer mi vida sin alguien tóxico. Aquí estoy yo, entrenando para hacer trabajo de un hombre.
Pero hay algo con lo que no puedo vivir.
Nunca supe si abusaron de mí de pequeña.
Cuando era niña, soñaba mucho, como todas. Una noche, sentí que un hombre abría mis piernas y me tocaba. Sentía que entraban en mí y que todo era oscuro. Al día siguiente sangré en la ducha, no sé cómo ni sé por qué, y no, no era mi menstruación.
No le di importancia, tenía 9 años.
Con el pasar del tiempo, aún hasta ahora, no puedo dejar que alguien me toque o intente poner alguna fuerza conmigo hasta en la intimidad. Tengo miedo, me desespero, grito, lloro, me dan espasmos, empiezo a tener ataques de ansiedad y no puedo respirar.
Según el psiquiatra (sí, fui, porque además de todo esto, también sufro de trastorno bipolar) es probable que de niña haya tenido un episodio de abuso sexual y sin embargo, me cuenta, ha sido tan fuerte que mi cerebro ha tratado de reprimirlo, para poder seguir haciendo mi vida normal. Reprimirlo, sí, hasta ahora, solo tengo recuerdos vagos de ese hombre, pequeños fragmentos de ese rostro que es muy parecido al de mi padre.
Hola, me llamo E tengo 19 años e intento salir adelante. Hola, soy una y a la vez soy muchas. Hola, estaré aquí para gritar por ellas que, al igual que yo, no pudieron salir a las calles porque alguien en la familia les dice que no, que se queden en casa, que así vivirán el resto de sus días. Hola y muchas gracias, gracias por este apoyo, porque sé que no estoy sola, y que nunca lo estaré”.

7. R: “Nunca le conté a ese gran amigo que su padre intentó violarme”

“Tenía 11 años. Estaba en las duchas del club al cual pertenecía bañándome con un amigo, cada uno en su ducha. Era un domingo en la tarde noche, lo recuerdo porque no había mucha gente en el club. En un lapso de 10 minutos, mi amigo ya no estaba en el baño, pues se había cambiado e ido. En esos minutos, su padre (un tío de cariño) también había entrado a darse un baño.
En un momento entró a mi ducha y comenzó a tocarme. Nunca había escuchado su voz en aquella tonalidad, una voz que cuando la recuerdo me llena de asco. Yo no sabía qué hacer en ese momento, no supe reaccionar y me quedé helada. Luego de unos minutos, me quiso penetrar, felizmente no lo dejé. Cuando logré escapar, me cambié y al asomarme a las duchas para ver si seguía ahí, se estaba masturbando.
Le conté a mis padres. Mi padre nunca me apoyó emocionalmente pensando que yo pude haber sido el que incitó y provocó aquella situación. El vínculo con mi padre nunca volvió a ser el mismo, ni yo tampoco. Nunca le conté a ese gran amigo que su padre intentó violarme, y nunca le he dicho a ese ser en su cara que es un violador y un pedófilo.
No he contado nunca esta experiencia públicamente, pero he leído varios testimonios que me han generado la confianza suficiente para poder hacerlo.
¡Marchemos hermanas!”.

8. C: “Agarró mi cara y la puso contra la cama”

“Cuando tenía 21 estuve en una relación bastante tóxica, parábamos peleando, casi siempre me decía qué hacer, con quién hablar, era celoso y bastante violento. Cuando peleábamos, nos empujábamos, nos insultábamos, incluso un día me botó mi comida encima solo por saludar a un amigo en un bar, un día los dos habíamos estado tomando y nos pusimos a discutir en la calle, él me jaloneaba, un portero quiso meterse a ayudarme y yo le dije “todo está bien”.0/os subimos a un taxi y nos fuimos a su casa, entramos a su cuarto, seguíamos discutiendo, él me callaba insultándome y gritándome hasta que me agarró la cara y la presionó contra la cama, yo lloraba, no podía respirar, él se detuvo, se dio cuenta de lo que me hizo, se puso a llorar y me pidió disculpas, me había dejado la cara hinchada y con moretones, yo lo perdoné, nunca se lo dije a nadie, hasta años después que se lo conté a mi mejor amiga y recién el año pasado a mi mamá, siempre me arrepentí de haberlo perdonado, siempre me sentí estúpida por hacerlo pero de los errores se aprende y aprendí a ser más fuerte.
Estas cosas no pueden seguir pasando, estas cosas jamás deberían de ser normales, no dejemos que nos hagan sentir menos, no nos quedemos en una relación tóxica por miedo, existen cosas mejores, merecemos cosas mejores ‪#‎niunamenos‬“.

9. B: “Tenía como 60 años, yo tenía 8”

“Cuando tenía 8 años, un amigo de la familia iba frecuentemente a mi casa, se había ganado la confianza de todos, nadie veía como algo raro dejarme con él, era como alguien más de la familia.
No sé exactamente qué edad tendría pero seguramente tenía más de 60 años, yo tenía 8.
Todo empezó cuando me decía que quería jugar conmigo, que me siente en sus piernas, que era su “nieta” favorita y no debía contarle a nadie lo que pasaba. Como me habían dicho que podía confiar en él, al comienzo no pensaba nada raro, no sabía qué pensar, poco a poco empezó a besarme, a tocarme, morderme y abusó sexualmente de mí. Pasó muchas veces, en mi propia casa, en un lugar donde se suponía estaba segura. Empecé a evitarlo, a huir cada vez que llegaba a mi casa pero tenía vergüenza, no se lo dije a nadie.
Cada vez que llegaba a mi casa y yo no quería saludarlo, mi familia me obligaba a saludarlo y me decían que era una malcriada. Pasé muchos años sintiendo que fue mi culpa, que si no hubiera sido tan inocente nada hubiera pasado, que si hubiera sido más delgada nada hubiera pasado, que era mi culpa por tener piernas gruesas, que era mi culpa por muchos motivos.
Recién lo hablé cuando tenía 14 o 15 años, fue muy difícil. A partir de ese momento ya no volví a ver a esa persona.
Siempre traté de encontrar una explicación racional a lo que pasó, un ¿por qué? ¿por qué a mí? Tarde entendí que nunca lo encontraría, que no fue mi culpa, que NUNCA va a ser tu culpa y que necesitamos unirnos y ser fuertes y que mi vida es más que eso y que juntas y unidas podemos salir adelante”.

10. S: “Lo perdoné y otro día tiró mi laptop al piso y la destruyó”

“Técnicamente nunca me golpeó: la primera vez ME AHORCÓ. Me tiró a la cama, se sentó sobre mí y me apretó tan fuerte la garganta que no sabía si moriría asfixiada antes de que me destruyera el cuerpo. Luego se retiró a llorar y pedir perdón.
¿Por qué lo hizo? La “excusa” elegante fue que un amigo le contó esa noche que yo, muchos años antes de conocerlo, había salido con varios amigos suyos de manera casual. Lo que quiso decirle es que él estaba con una PUTA por llevar una vida sexual libre. No soportó la información y se volcó contra mí. Lo perdoné y un día tiró mi laptop al piso y la destruyó, otro día me metió a empujones a la ducha para que “me calmara” con el agua fría y poder seguir con la discusión, tiró mis plantas a la calle, rompió la puerta de mi cuarto y me prohibió hablarle a personas del trabajo amenazándome con contarles detalles íntimos míos.
Un día fue a mi casa a buscarme de noche, me esperó en la puerta, llegué en un taxi, golpeó las ventanas del auto y amenazó al taxista. Me encontré a mí misma pidiéndole al señor que no le haga nada. Los vecinos se acercaron y minimicé todo. De pronto me encontré nuevamente con una mano en la garganta, apretándome contra la puerta mientras mis pies se despegaban del piso.
Esa semana discutimos y se fue molesto. Pasaron un par de horas y tuvo un accidente, lo perdoné y se fue a vivir conmigo para que lo cuidara.
¿Por qué lo cuento? Porque siempre vi estas historias como ajenas hasta que me pasó. Me resultaba incomprensible y critiqué a todas las mujeres que perdonan al marido que las golpea hasta que me envolví en la falsa seguridad de una relación y ¡púm! Salir me costó mucho esfuerzo, dinero e ilusión; contarlo me costó, además, mucho estigma social. Yo, con una carrera en ciencias sociales, con interés en temas de género, con desenvolvimiento escénico y con una imagen de mujer dominante… ¿cómo me pudo pasar? La realidad de los noticieros está más cerca de lo que creemos”.

*****

Este 13 de agosto se realizará, por primera vez en el Perú con mujeres organizadas desde Facebook, una marcha que ya promete ser multitudinaria. #NiUnaMenos13A servirá en reclamo y en memoria por todas las víctimas de abuso y feminicidio. Para que más víctimas, mujeres y niñas hablen y denuncien, griten, pateen si es posible, porque no tenemos un Estado que nos proteja. No nos quedemos calladas, levantémonos en las calles para que el Poder Judicial reaccione o el CNM (el ente que elige a jueces y fiscales) cambie a los malos jueces que están liberando potenciales asesinos de mujeres. Para revelarnos ante una sociedad profundamente enferma. #NiUnaMenos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario