miércoles, 20 de agosto de 2014

Tres grandes mentiras que ella te dice y que tú crees

1. “Sólo quiero romance, no sexo”: Totalmente falso. Si bien es cierto que la mujer en general es mucho más emocional que la mayoría de los hombres y valora el acto sexual como una forma de comunicación con su pareja, también se ha perpetuado el mito de que a las damas no les gusta el sexo tanto como a ellos. Nada más alejado de la realidad y es momento de romper con esa falsa creencia. Ella valora el sexo tanto como tú y mientras más satisfecha esté en este aspecto, más relajada estará para concentrarse en otros aspectos de la relación. Pero mucho cuidado: el romance no estorbará, ¡por el contrario! Será el complemente perfecto de una sana y placentera vida sexual.
2. “Tus buenos sentimientos es lo único que me importa”: Nuevamente, el desequilibrio hace acto de presencia. Cierto, eres el amor de su vida y te querrá por mucho tiempo. Pero también es agradable para una mujer el hecho de ver que su pareja se cuide, se mantenga activo y conserve por tiempo más que suficiente el encanto que lo caracterizaba desde el día en que lo conoció. Así que no te engañes: tu panza cervecera podrá ser una característica simpática, pero con el tiempo sólo pasará a ser algo más de ti que a ella no le gusta. ¿Te decides a cambiar ahora o lo dejas para después?
3. “El amor es lo más importante, no el dinero”: Definitivamente que los mejores momentos en la vida son gratis, esto es innegable. Por otro lado también es cierto que la salud por ejemplo, no tiene precio y no se compra con dinero. Sin embargo, en el mundo práctico y real, la estabilidad económica y la responsabilidad financiera son dos factores que deciden el futuro de muchas parejas. De aquí que cada vez más existan mujeres profesionistas independientes que no necesitan de la guía económica de un hombre. Así que si aún estás soltero, piensa bien en ello: la figura de un hombre solvente es algo que conquista a cualquier mujer. No se trata de que ella desee siempre costosos regalos, sino de contar con alguien que la protegerá o en dado caso compartirá con ella la responsabilidad de un hogar. Lo de las cenas, abrigos y joyas, déjalo para después: primero preocúpate por cumplir puntualmente con las obligaciones básicas y hazlo amorosamente, que ella te lo agradecerá.

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