Septiembre ha sido un gran mes: en este segundo semestre se han presentado los mejores móviles del año, tanto en el IFA 2014 como en eventos particulares, como la keynote de Apple. Y aún no ha acabado, pues algunos fabricantes aún presentarán más novedades, como Microsoft con Windows 9.
Se presentaron varios teléfonos inteligentes como el Samsung Galaxy Note 4 –la cuarta generación de la primera gama de phablets de Samsung–, se presentó el Samsung Galaxy Note Edge –primera generación de un phablet con pantalla con borde curvo de Samsung–, se presentó el Sony Xperia Z3 –cuarta generación de una de las mejores gamas de Sony– y se presentó tanto el iPhone 6 como el iPhone 6 Plus –la última revolución de Apple, con una pantalla de 5,5 pulgadas, dándole un lavado de cara a la marca californiana–.
Grandes smartphones con grandes características y con grandes prestaciones. Hasta aquí todo perfecto, pero nos encontramos con un gran problema: el precio.
Precios que sobrepasan los 650 euros –como el Samsung Galaxy Note 4 o
el Sony Xperia Z3–, y no solo eso, si no que ya estamos pudiendo ver
móviles de 999 euros, como el Samsung Galaxy Note Edge y el iPhone 6 Plus.
Si,
diréis: quien tenga dinero para comprar un móvil que se lo compre,
quien no, que se espere a que sea lanzada la siguiente generación. El problema es que mucho de los móviles no se merecen que paguemos por ellos el precio que están pidiendo.
Por ejemplo, ¿cuál es la diferencia del Samsung Galaxy Note 4 con el Samsung Galaxy Note Edge? Uno
tiene pantalla una pantalla tradicional –el Samsung Galaxy Note 4– y el
otro tiene una pantalla con el borde curvo y menos capacidad de batería
–el Samsung Galaxy Note Edge–. Y la diferencia de precio es abismal,
pues el Samsung Galaxy Note Edge, aún teniendo un procesador un poco
inferior y una batería inferior, por el simple hecho de tener una
pantalla semi-curva cuesta 300 euros más, llegando así a los 999 euros.
Desde que se presentaron los primeros smartphones los precios han sido altísimos, tanto que desde un principio costaron lo mismo que un ordenador portátil de gama media. Pero ahora son ridículos, duplicando los precios de un ordenador portátil medio –entre 400 y 600 euros– en el caso del Samsung Galaxy Note 4 y el iPhone 6 Plus.
¿Qué está ocurriendo? ¿De verdad queremos pagar el sueldo de un mes de trabajo por un móvil que quedará obsoleto en seis meses?
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