lunes, 30 de junio de 2014

Mala vibra en la oficina

Es muy habitual que la palabra “problema” aparezca continuamente en nuestra vida profesional. Sobre todo, si recién incursionamos en el mundo laboral y no tenemos ni la menor idea de cómo solucionar o realizar algún encargo por parte de nuestros superiores. Nos esforzamos, buscamos fuentes, nos volvemos preguntones, pero parece que no es lo suficiente para terminar lo que nos encomendaron. Esto produce que la palabra “deadline” se intensifique, pasando de nuestra zona de confort universitaria a preocuparnos por el intenso trabajo bajo presión.
Pero, ¿qué sucede cuando esa presión se vuelve un hábito?
Es muy probable que en el trabajar florezca algún sentimiento encontrado con sus superiores o jefe directo, pues empiezan a sentir que llevan la peor parte del trabajo o que, simplemente, no les agrada como quisieran. Esto genera un típico conflicto laboral.
Un conflicto que, al final, puede manifestarse de muchas maneras pero siempre poniendo en juego el futuro laboral del trabajador. Según escribió Mark Gerzo, CEO de Mediators Fundation, en la revista Harvard Business Review, existen dos tipos de conflicto laboral, los denominados conflictos “calientes” y los “fríos”. El primero de ellos es altamente emocional, de esos que provocan gritar en voz alta, utilizar un lenguaje vulgar y potencialmente explosivo. Por otro lado, el conflicto frío es cuando una o más partes parecen suprimir emociones, reflejado en el fruncimiento de labios o conversaciones en un tono pasivo- agresiva; llevando a la relación laboral a una situación de “guerra fría”.
Como notamos, ninguna de las opciones resulta saludable ni constructiva para tener una buena relación con nuestros pares. Por ende, los conflictos deben estar en una temperatura “ambiente” para que puedan llegar a ser útiles y productivos para la organización.
Para María Andrea Ganoza, psicoterapeuta en terapia familiar y de pareja, resulta importante que tanto el colaborador como el superior expresen sus emociones en el momento que sucede el conflicto, porque si no podría descontrolarse cuando los sentimientos se acumulan. “Es indispensable que al momento de expresar sus diferencias, bajen la intensidad de la emoción, aislando sus frustraciones y miedos en sus comentarios”, dice Ganoza. Si bien, la resolución del problema no se aprende de un día para el otro, pues se necesita de tiempo, de práctica y reflexión, un paso crucial para tratar de solucionarlo es identificándolo y encontrando un espacio de conversación entre ambas partes.
Si usted se encuentra en medio de un conflicto y todavía no ha desarrollado las habilidades pertinentes, aquí le dejamos seis consejos prácticos y sencillos de seguir.
- No se apresure al actuar, tómese el tiempo necesario para decir lo que piensa. De lo contrario, se podría decir o hacer algo del cual se puede arrepentir.
-Evite los insultos y acusaciones. Trate de centrarse en el conflicto per se.
- Escuche y no sea selectivo.
- “Compruebe el indicador de temperatura”. Si el conflicto está demasiado “caliente”, no tratar de resolverlo de inmediato, debe esperar hasta que se haya calmado.
- Llame a un tercero para que pueda tener una opinión imparcial del asunto, alguien que pueda ofrecer una perspectiva vital para ambas partes.
- Ten muy presente la frase “no haga a los demás lo que no quieres que te hagan”. Sea cortés.

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