Si te has sometido a varias dietas y no acabas de ver los resultados
que buscas, tal vez deberías revisar algunos hábitos de alimentación que
te inculcaron cuando eras niña, y que ahora pudieran estar saboteando
tus propósitos de comer de manera saludable.
- Comer aunque no sientas hambre
Tal vez te enseñaron que debes sentarte a la mesa a la hora de la
comida, pero esto no tiene sentido si en ese momento no tienes deseos de
comer. Si vuelves a llenarte cuando aún estás satisfecha, lo único que
conseguirás es aumentar de peso, así es que quizás sea conveniente
dejarte guiar por tu apetito. Lleva un diario de todo lo que comes en
una semana, indicando tu nivel de apetito y de satisfacción en
diferentes momentos del día. Si todavía te sientes satisfecha cuando
llega la hora de volver a comer, quizás debas reducir tus porciones. Si
no estás segura de sentir hambre, es probable que no la tengas. Tal vez
confundes la sed o el aburrimiento con un apetito real.
- No rehusar la comida que te brindan
Comer lo que no te apetece por no decirle que no a quien te ofrece
comida, puede traducirse en unas pulgadas de más en la cintura. Aprende a
rechazar el ofrecimiento dando las gracias y explicando que estás
llevando el récord de lo que comes, o simplemente di que no te gusta
comer si no sientes hambre. Cambia la forma de celebrar tu cumpleaños, y
en lugar de hacerlo con una comida, hazlo con una actividad física
compartida con tus amigos, ya sea una excursión, una caminata o una
carrera con fines benéficos.
- Renunciar a la dieta si la rompes con una comida poco saludable
No permitas que un exceso ocasional arruine varios meses de comidas
saludables. Trata de encontrar un equilibrio, si sientes un deseo
incontrolable de comer un postre, compártelo con otra persona o sírvete
una ración pequeña, y el resto del día aliméntate con comidas bajas en
calorías. Si te sirves una comida ligera, como ensalada y proteína
magra, puedes darte el lujo de comerte una dona con café en la merienda.
- Comer todo lo que te han servido para no tirar la comida
Si cada vez que te sientas a comer piensas en los menos afortunados
que pasan hambre alrededor del mundo, y te propones no dejar nada en el
plato, muy pronto no cabrás en ese jean que acabas de estrenar.
Obligarte a comer todo lo que te ponen por delante no ayuda en nada a
los desamparados ni a los hambrientos de los países pobres. Aprende a
compartir con tu amiga o tu pareja las raciones de comida en los
restaurantes, o llévate a casa la mitad.
- Comer porque las personas que te acompañan están comiendo
Si quieres compartir con una amiga a la hora del almuerzo, no tienes
que ordenar lo mismo que ella. Pide un vaso de agua carbonatada, un té o
cualquier bebida sin calorías, y no violes la dieta. Para que esto te
resulte fácil, tendrás que llevar un programa regular de comidas y
meriendas. De esta manera no te sentirás tentada a comer solamente
porque otros lo hacen.
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