“Una de las cosas que hemos aprendido tras analizar todos los datos
de nuestro proceso de selección es que el expediente académico y la
puntuación de los candidatos en los test son inútiles como criterio de contratación”. Es la contundente conclusión a la que ha llegado Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos de Google, que ha explicado en una entrevista en el 'New York Times' los cambios en el proceso de selección que el gigante de la informática ha llevado a cambo en los últimos años.
La
compañía estadounidense era famosa por pedir a todos sus candidatos un
brillante expediente académico y una puntuación elevada en determinadas
pruebas. Pero los tiempos han cambiado. Ahora, a no ser que acabes de
salir de la universidad, Google no te pedirá ningún certificado.
“Hemos llegado a la conclusión de que no predicen nada”, asegura Bock. Y
es algo que se está empezando a notar en las oficinas que la compañía
tiene por todo el mundo. La proporción de trabajadores de Google sin título universitario no para de crecer. “Hay equipos en los que el 14% de los miembros nunca han ido a la universidad”, ha reconocido Bock.
Las
razones que han llevado a Google a dejar de valorar el expediente
académico como criterio de contratación tienen que ver con la desconexión
existente entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se
realiza en la compañía. “Después de dos o tres años”, asegura Bock, “tu
habilidad para desempeñar tareas en Google
no tiene ninguna relación con lo bueno que eras en la escuela, porque
las habilidades que se piden en la universidad son muy diferentes”.
Necesitas a gente a la que le guste averiguar cosas
para las que no hay una respuesta obvia, algo que no se entrena en la
universidad. En opinión de Bock, la universidad sigue siendo un entorno
artificial, una burbuja que premia a unos a otros en función de unos
criterios que nada tienen que ver con lo que se pide en el entorno
laboral. “La gente que tiene éxito en la universidad”,
explica el responsable de RRHH de Google, “es un tipo de gente
específicamente entrenada para tener éxito en ese ambiente. Una de mis
frustraciones cuando estaba en la universidad es que sabía que el
profesor estaba buscando una respuesta específica.
Puedes limitarte a averiguarla, pero es mucho más interesante
resolver problemas para los que no hay una respuesta obvia. Necesitas a
gente a la que le guste averiguar cosas para las que no hay una
respuesta obvia”. Y ese tipo de gente, asegura Bock, no es la que suele
tener éxito en la universidad, donde la mejor estrategia para sacar buenas notas es saber que suele preguntar el profesor en cuestión, y qué tipo de respuestas está esperando encontrar en un examen.
Las entrevistas no funcionan
Visto
que Google no está dispuesto a fiarse del expediente académico de sus
candidatos, parece que debe limitarse a valorar el desempeño de estos en
las entrevistas. Pero Bock tampoco tiene claro que las entrevistas sean una herramienta adecuada: “Hace unos años hicimos un estudio para determinar si alguien en Google era particularmente bueno a la hora de contratar a gente.
Analizamos decenas de miles de entrevistas, a todos los que las habían
realizado, la puntuación que había obtenido cada candidato y cómo
realmente esa persona había realizado su trabajo. Encontramos que no
existía ninguna relación”.
Es mejor valorar a los candidatos en
función de su comportamiento objetivo a la hora de contestar
determinadas preguntas. Bock cree que tenemos que darnos cuenta que, por
mucho que alguien se crea muy bueno para encontrar a la gente adecuada
para uno u otro trabajo, la realidad es que el instinto de los empleadores no
suele funcionar. Por ello es mejor valorar a los candidatos en función
de su comportamiento objetivo a la hora de contestar determinadas
preguntas. Pero no todas funcionan. El responsable de RRHH
de Google asegura que las únicas cuestiones que realmente pueden
hacernos entrever el potencial que puede tener un candidato son aquellas
relativas a su comportamiento.
“Lo que funciona bien”, asegura Bock, “son las entrevistas
conductuales estructuradas, donde se tienen unos criterios establecidos
de antemano para evaluar a las personas, sin dejar que el entrevistador
saque su propia conclusión”. Para el responsable de RRHH, el tipo de
preguntas que funcionan son aquellas que permiten valorar la manera en
que el candidato ha resuelto determinados problemas en el pasado.
Una pregunta como “Dame un ejemplo de una ocasión en la que hayas
tenido que resolver un problema analítico difícil” nos permite evaluar
al mismo tiempo dos cuestiones: a qué tipo de situaciones se ha
enfrentado ya el candidato, y cómo lo hizo, y qué es lo que considera
“difícil”.
Bock reconoce que evaluar las habilidades de liderazgo es mucho más difícil, y es algo que es casi imposible averiguar en una
entrevista. Por eso cree que es necesario establecer evaluaciones
internas con frecuencia para que sean los subordinados los que valoren
las habilidades de los jefes. Esta información es muy valiosa,
principalmente para los afectados, cuya conducta, asegura Bock, cambia
en cuanto tienen acceso a la información.
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