En medio de una acalorada discusión con tu pareja, puedes sentir que ésta es la definitiva, que la cosa se acaba. Pero en la mayoría de los casos solo se trata de algo estresante. Para todos los implicados.
De hecho, si no tienes cuidado y no mides tus palabras, puedes convertir una situación peliaguda en una verdadera pesadilla, y lo que podía terminar con un “bueno, ya lo hablamos mañana” finaliza con tu cuerpo tirado en el sofá del salón.
¿Cómo asegurarse de que eso no vuelva a ocurrir? Pues afrontando estas situaciones como un negociador del FBI, Y no nos referimos a algo tipo “voy a dejar claro quién es el jefe” como si tu vida fuera una escena de Tarde de perros, Speed o La jungla de cristal.
Nos referimos a una estrategia de éxito seguro como la que sigue Gary Noesner, un veterano con más de 30 años en el FBI, 23 de ellos dedicados a negociar en situaciones con rehenes, y que en la última década ejerce de negociador jefe en el buró. Las ha visto de todos los colores: secuestros, motines, raptos…Aquí te van las tácticas de Noesner. Utilízalas en tu próxima discusión para evitar el peor de los escenarios.
Equilibra la situación
Las negociaciones con rehenes, tal y como revela Noesner, suelen convertirse en un tira y afloja en la que una de las dos partes intenta salirse siempre con la suya. “De lo que se trata en realidad es de influenciar sobre el comportamiento de tu rival. Tienes que ganarte su cooperación”. Para ello, no basta con discutir e ir llevándolo todo a tu terreno. También tienes que escuchar.
“Imaginemos la clásica situación policial”, sugiere el experto del FBI. “El agente se enfrenta a un tipo que ha secuestrado a su ex mujer y que amenaza con asesinarla. Si el policía dijese el clásico: suéltela o disparo, casi está invitando a que se produzca un crimen. En una situación que ya es de por sí una amenaza, no puedes añadir otra amenaza más”.
En la actualidad, nos cuenta Noesner, los policías piden al sospechoso que les cuente lo que ocurre. “El secuestrador dice que ha descubierto que su mujer le engaña, que se siente devastado, que no puede confiar en ella, que esto ha dinamitado la relación. Hasta cierto punto, cualquiera puede entender eso. Puedes llegar a ofrecer simpatía, incluso comprensión”. Ese son el tipo de emociones que consiguen que alguien baje el arma. O, en tu caso, que te perdonen por haber salido tarde del trabajo o olvidarte de llamar a casa para avisar.
Escucha con atención
Eso que se conoce como escucha activa, comienza por plantear preguntas. No sólo dejando hablar a la otra persona. La próxima vez que te encuentres en una situación peliaguda,averigua qué es lo que disparó el enfado del otro. “Cuando entreno a policías en técnicas de escucha activa, las primeras palabras que salen de mi boca son autocontrol”, asegura Noesner. Resiste la tentación de tener siempre la última palabra.
Hasta el más despreciable de los criminales necesita sentirse respetado y saber que se le escucha. “Escuchar es la más fácil de las concesiones”, añade el agente. Todo esto puede sonar obvio, pero por extraño que parezca es un comportamiento que suele resultarnos raro. En medio de una discusión todas tus buenas intenciones pueden irse a tomar viento. “Como hombres queremos golpearnos el pecho y marcar territorio”, asegura Noesner. “Nos comportamos como si esto fuera el reino animal”.
Un poco de práctica no hace daño. Presta atención a tu propio comportamiento la próxima vez que mantengas una conversación con tu pareja. ¿Le haces preguntas? ¿Estás escuchando de verdad? Hazlo. Puede que así nunca tengas que utilizar las técnicas de Noesner.